Asombros y perplejidades
Esas perplejidades que no sin vanidad llamamos metafísica
Jorge Luis Borges
Por: Yess Teherán
Una de las cualidades más persistentes en el ser humano es el de asombro. No importa cuántas veces el sol ha dado la vuelta alrededor de nuestro nacimiento, de vez en cuando en el momento más inesperado una sorpresa puede asaltarnos.
Claro, existen diferentes clases de asombro, como cuando luego de un ciclo de lavado, descubrimos un billete de considerable denominación en el bolsillo de un pantalón o, cuando te enteras que astrónomos han encontrado un sistema estelar más genial de todos los tiempos.
Hay asombros que nos llenan de perplejidades, como el del personaje de Sacrificio de dama del caleño Julio César Londoño, cuento de ciencia ficción en la que un profesor retirado decide pasar sus días de reposo jugando ajedrez con una máquina singular.
También hay asombros que nos contrarían, como el de un profesor de química en el cuento La piel de las ciruelas maduras del cartagenero Luis Mallarino, en la que en medio de una tediosa clase de secundaria, trata de recordar una canción con un significado particular, este relato se inscribe en la temática del mes de febrero.
Los esperamos en una nueva sesión de la Esquina Literaria.
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