Close-Up: cuando el cine y la realidad se abrazan sin demarcaciones
Una vez que se establecen para Sabzian las bases
inusuales para su juicio −una cámara para filmar su rostro y registrar todo lo
que quiera decir, y otra para el juez−, el film entra en un juego de
oscilaciones entre lo que pasa en el juicio y lo que acontece en la familia
Ahanjah mientras estos ya están dando muestras de la estafa. Ambas escenas avanzan,
in crescendo, hacia un clímax que nos embarga, afecta y engloba a todos como
espectadores, debido a los datos que enriquecen aún más la historia, uniendo
cabos sueltos.
En esa dinámica intercalación entre las dos escenas,
Kiarostami, en el juicio ─en el juicio real, cabe decir y aclarar, y más cuando
el director convenció al juez para que se pudiera adelantar la audiencia y coincidiera
con los limitados días del rodaje─, nuevamente sólo con su voz, interroga a
Sabzian sobre asuntos cruciales que giran alrededor de su decisión en elegir
ser Makhmalbaf, su director favorito. Esto le da pie al acusado para expresar
disquisiciones sobre cine, dirección, actuación y la vida misma, como esta respuesta
que da cuando Kiarostami le pregunta que si no está actuando para la cámara en
ese mismo momento: “Estoy hablando de mi sufrimiento. No estoy actuando. Estoy
hablando desde mi corazón. No es una actuación. Para mí el arte es la
experiencia de lo que has sentido dentro tuyo.” O esa otra que aparece como
epígrafe del presente texto.
La familia Ahanjah, el periodista, Kiarostami y la
madre de Sabzian, forman un coro bien orquestado en la sala de audiencia, ni
una palabra ni ningún enfoque de la cámara sobra o falta, y lo mismo pasa en el
desarrollo que se da dentro de la casa de la familia Ahanjah, para converger
después, ambas situaciones, entre lo divino y lo humano.
El recorrido de la película atraviesa la escena por la
cual se empezó, para seguir el camino que conduce a un final donde se fusionan
los dos “directores”, el falso y el verdadero, en un solo sentir, en una sola
imagen en movimiento, con una cámara que registra con interrupciones de sonido
en medio de la calle, el encuentro apoteósico entre arte, vida y humanidad,
pero que también es la búsqueda y el encuentro de una conmovedora redención
cuya fuente es el cine.
Kiarostami, trabajando con actores no profesionales y
partiendo de la realidad, logra un juego de correspondencias entre la vida y el
arte, entre Sabzian y la familia Ahanjah, ambos amantes del séptimo arte y de
un mismo director: “Sabzian, el fanático del cine y la familia Ahanjah,
admiradores de Mohsen Makhmalbaf, finalmente cumplen sus expectativas, que
habían resultado mutuamente frustradas, y devienen protagonistas de
un film, una película sobre un momento de sus vidas, haciendo de
ellos mismos. Con lo cual en realidad son, a su vez, vampirizados por
Kiarostami.” (3) Estos juegos y correspondencias de espejos recuerdan a ciertos
pasajes de algunas obras, que Emir Rodríguez Monegal, para aclarar que Borges
también heredó esos juegos en su literatura, resume muy bien, como sigue: “[…] en
la llíada, Helena borda un doble manto de púrpura cuyo tema es el
mismo del poema: el combate de troyanos y aqueos por la posesión de Helena
(canto III). En la Eneida (libro I) el héroe troyano contempla
en Cartago unas pinturas en las que se muestra la destrucción de Troya, de la
que acaba de escapar, y se reconoce mezclado entre los príncipes aqueos. En
el Quijote: en la segunda parte los protagonistas han leído
el Quijote de 1605. También en Hamlet: los cómicos
representan ante la corte una tragedia que tiene gran semejanza con la de Hamlet”
(4). Lo anterior trae como consecuencia, el rompimiento de los límites entre
ficción y realidad, lo suficiente como para catalogar la obra maestra de
Kiarostami, como una docuficción, donde un hecho real es “interpretado por las
misma personas involucradas” (5), dirigido por un director que también se
introduce en su propia esfera para luego verse actuando, como si todo se
tratara de un solo mundo.
Esa escena de la lata rodando es un pretexto también para mostrarnos el atardecer de la ciudad. Es una bella imagen. En general me encanto l a manera en que se entrelaza arte y realidad en el filme. Gracias por recomendarla.
ResponderEliminarGracias por sacar de tu tiempo laboral, para leer el texto.
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