Ese gato no es de aquí


Julio Cortázar junto a uno de sus gatos.


En el suelo, a la derecha, un gato se había acurrucado bajo uno de los bancos verdes. Trataba de achicarse todo lo posible para evitar las gotas de agua que caían a los lados de su refugio.”

El gato bajo la lluvia, Ernest Hemingway. 

 



Por: Anabell Posada Ramírez


Volví a vivir a mi casa materna después de 15 años fuera. Mi mamá había muerto hacía un año. La casa es de dos pisos. En la planta de abajo vive una hermana con sus dos hijos. Arriba, otra hermana y su hija de 8 años. Por cuestiones de espacio me ubico arriba, en la misma habitación de mi adolescencia, mi hija en la habitación de al lado. En la casa había dos gatos: la Negra y el Gordo, su hijo. La Negra es toda negra; el Gordo es casi todo blanco con una gran mancha negra en el lomo y parte de la cabeza. Un sobrino me cuenta cómo llegaron a la casa. Llovía, la Negra estaba en la reja bajo la lluvia, afuera de la terraza. Él la recoge, días después pare cinco gaticos. Logran regalar cuatro, el Gordo era el quinto, nadie se lo quería llevar, al parecer era feo de chiquito. La Negra y el Gordo se quedan rondando la casa y los techos. Otra hermana los alimentaba, pero se fue hace meses de la casa. Noto que están un poco flacos y decido comprar algo de comida para ellos, no pretendo tenerlos ni cuidarlos, sólo un poco de comida nada más. Desde ese día se quedaron arriba esperando comida y quién sabe qué otra cosa. Luego apareció el Tigre. El Tigre parecía un tigre, mejor, una gota de tigre, diría Jairo Aníbal Niño. No estaba operado así que era un poco más salvaje. Husmeaba la basura, orinaba en los rincones, rasgaba las cosas. Supe por mi sobrino que la vecina lo había dejado al mudarse del barrio. El Tigre entraba por mi ventana. Un día enfermó y murió, vomitó mucho. Dicen en la cuadra que un señor con pájaros enjaulados lo envenenó. Lloré. Tuve un gato alguna vez, si es que un gato es cosa de tener, se llamaba Odiseo, ya no recuerdo si murió o tuve que regalarlo porque me mudaba, siempre estarse yendo. Meses después mi hermana, la de abajo, trajo otra gata pequeña. Empezó a subir también hasta que no bajó más. Mi hija me pidió que por favor la dejara, que había sido atropellada, que fue recogida cerca de la panadería. No aullaba, ni podía saltar alto. Mi hija le pone Umma, por la actriz de Todo sobre mi madre. Esta semana ha estado subiendo un gato marrón que se parece a Umma. El gato de otra vecina entra a veces también, le decimos Mono, pero pelea con el Gordo en la escalera. Kira, que es de otra vecina, es una gata gorda que también ronda en ocasiones por aquí. El Gordo la ignora y la Negra la evita. Algunas personas al visitarme preguntan sobre los gatos “que tengo”. A lo que comento siempre lo mismo: «estaban cuando volví, no son míos».

¿Y ese? Insisten señalando alguno.

Ah ese… solo entra de vez en cuando, quizá por la lluvia, siempre se va; ese gato no es de aquí.

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